La venta de la talidomida fue prohibida en todo el mundo a principio de los años sesenta después de haber comprobado la relación entre el nacimiento de miles de niños deformes, principalmente en Europa, Canadá y Japón, con la ingestión de dicho fármaco durante el embarazo. Por aquel entonces, la talidomida fue recetada como un novedoso y eficaz remedio contra las náuseas y molestias del embarazo.
En los últimos años, sin embargo, los científicos han estudiado sus propiedades para el tratamiento de numerosas enfermedades, desde el sida como hasta el cáncer de pecho. El pasado año, su uso fue aprobado en EE UU, por primera vez, para el tratamiento de la lepra.
Los expertos todavía no saben con exactitud cómo actúa esta sustancia contra el cáncer de hueso, aunque una de las hipótesis se centra en su poder como inhibidor del crecimiento de los vasos sanguíneos. Otras dos posibilidades son que la droga podría estimular el sistema de reacción inmunológica ante las células cancerosas o limitar su crecimiento ya sea de forma directa o limitando otros factores presentes en la médula del hueso que les permiten crecer.
Los expertos confían en que la talidomida pueda ser más eficaz unida a otros fármacos en pacientes en los que la enfermedad no está aun en fase avanzada.
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